Muy buenas a tod@s
Cuando comenzamos a leer documentación para poder desarrollar las anteriores entradas sobre Metodología y Didáctica en el Voleibol, tuvimos la fortuna de encontrar esta publicación de Juan Manuel Cichello (Congreso Internacional Valladolid 2018) en la Asociación Uruguaya de Entrenadores de Voleibol. Parte I y Parte II.
Agradecer a ambos dichos aportación en la redes, de la cual ahora nos hacemos participes.
Su historial en la web de la LEGAVOLLEY lo hemos ampliados con sus logros:
Es el momento de disfrutar de sus palabras:
“Poca agua y
mucho fuego. Para cambiar y mejorar un jugador o un equipo se necesita en el
entrenamiento de muchas repeticiones en poco tiempo”
¿Alguna vez se han preguntado cómo comportarse para
que su equipo dé un salto de calidad?
Quiero intentar explicar éste concepto
con una anécdota personal, de modo que se pueda entender mejor la idea de algo
que normalmente todos los entrenadores utilizan en la dialéctica, pero que no
es tan fácil como parece poner en práctica.
Julio Velasco venía a veces a ver el entrenamiento del primer
equipo cuando lo dirigía Jon Uriarte y cuando lo conocí le pedí para hablar de voleibol.
Un día le pregunté si quería quedarse a ver uno de mis entrenamientos para
poder criticarlo duramente. Aceptó muy amablemente. Le dije que quería dar un
salto de calidad en nuestro cambio de saque porque el ataque de nuestro opuesto
no era efectivo y todos los adversarios se organizaban para intentar detener a
nuestro central y punta.
Luego, después de presentar a Julio a los jugadores (y
algunos ni siquiera lo conocían, aunque yo no lo creía…), empecé. Vio toda la
sesión de entrenamiento y, gracias a su presencia, los jugadores obviamente
pusieron en la cancha mucha más energía y disposición. Al final estaba contento
y muy confiado, porque el ritmo y la actitud de los jugadores habían sido
excelentes, así que me acerqué a Julio e inicié un diálogo.
·
Yo: “¿Qué
te parece?”
·
Velasco: “¿Cuántas
veces atacó el opuesto en el cambio de saque?”
Yo no sabía cuántos ataques había hecho e
inmediatamente me puse nervioso, pero dije un número aproximado, 32, ya que
habíamos entrenado para que todos los opuestos atacaran en el cambio de saque.
·
Velasco: “No,
sólo 15: 9 el opuesto de un lado de la red y 6 el del otro”.
Él los había contado y yo no (más tarde revisé el
video del entrenamiento y no sólo las repeticiones eran pocas, sino que en esos
ataques sólo habían hecho tres puntos cada uno). Luego me hizo una pregunta.
“¿Qué es un salto de calidad?”.
De repente me puse muy nervioso. Pensé por unos
segundos y dije: “Algo que no funciona y tenemos que hacerlo mejor”.
·
Velasco: “No,
¿qué es un salto de calidad?”
A estas alturas, la alegría y la satisfacción por el
entrenamiento que habíamos hecho habían desaparecido. Al mismo tiempo estaba
dominado por los nervios y la tensión. Velasco me había hecho una pregunta y no
sabía qué responder. Le dije inseguro: “Ser capaz de aprender algo que no
puedes hacer”.
·
Velasco: “No”.
Mi tensión estaba por las nubes y me sentí como un
idiota. Permaneció en silencio un momento, pero para mí fue una eternidad…
entonces me dijo:
“¡Es cambiar de estado!”
Y añadió: “¿Cómo cambia el agua?”
Conocía la respuesta, pero con un enorme temor de
responder mal, le dije tartamudeando: “Si la pones a hervir, se evapora”.
·
Velasco: “¡Exacto!
Ya no es más agua, es vapor, es otra cosa”.
Y empezó esta explicación que, desde ese día, utilizo
en todos los cursos que hago y en todos los equipos que entreno.
“Si pones mucha agua en una olla grande a fuego lento,
tardará mucho tiempo en evaporarse, pero si pones un poco de agua en un
recipiente pequeño con mucho fuego, ¡evapora inmediatamente!
¿Crees que 9 y 6 son suficientes ataques para poder dar un salto de calidad?”
Sólo moví la cabeza diciendo que no, sin hablar, sin
decir nada. No quería equivocarme más.
Luego continuó diciéndome que lo que hacemos en los
entrenamientos es lo que nos pone en condiciones de dar un salto de calidad:
tenemos que aumentar las repeticiones ganadoras de lo que queremos mejorar para
poder cambiar.
Desde ese día he cambiado la forma en que pienso y
planeo mis entrenamientos, he dejado de hacer un poco de todo. Todos los días y
en todas las sesiones que hicimos en esos años, por ejemplo, nuestros opuestos
tenían que ganar 10 puntos en el cambio de saque (para alcanzar eso,
obviamente, las repeticiones aumentaron de 20 a 25 al día para cada uno).
Luego intentamos jugar una pelota muy rápida para
aumentar la eficiencia y logramos dar un pequeño salto de calidad, porque es
cierto que ese año ganamos por primera vez en la historia simultáneamente los
Campeonatos Sudamericanos de Juveniles y de Menores venciendo a Brasil por 3-1 en
Brasil y que ambos equipos ganaron la medalla de bronce en los Mundiales de
2009, pero no pudimos, a pesar de todo ese trabajo, hacer crecer a ese opuesto
que el primer equipo está buscando aún hoy.
Antes de empezar a dar consejos
Sé que sobre todo los entrenadores jóvenes esperan la
receta mágica que revela el secreto para dar el salto de calidad de sus equipos
y lamento informarles de que no se las daré. No porque la tenga y no quiera
compartirla, sino porque he aprendido que no hay una receta universal, porque
todo depende de la realidad de cada equipo, del torneo en el que participe y de
los momentos en que suceden las cosas en el juego. Estos factores permiten
entender y, en consecuencia, elegir qué entrenar y cómo hacerlo. También
aprendí que no existe un único método y que, afortunadamente, el voleibol no es
una religión. Si profesas una, no puedes ser de ninguna otra. Hoy en día no veo
el voleibol absoluto, aunque en la historia a menudo se ha identificado con el
pensamiento de un entrenador o de otro.
También he tenido la suerte de haber viajado mucho, he
visto cómo se entrenan los equipos en muchos lugares del mundo y he llegado a
la conclusión de que hay métodos diferentes que pueden tener éxito, aunque no
los comparta y no me gusten. Pero si los critico o los juzgo inmediatamente,
tal vez pierdo la oportunidad de aprender o tomar algo importante de esa
experiencia.
Por ejemplo, el método de entrenamiento de las
selecciones de Estados Unidos es completamente diferente al de la selección
masculina brasileña dirigida durante muchos años por Bernardinho,
pero ambas han logrado saltos de calidad notables en sus equipos y nunca me
atrevería a decir que los métodos utilizados eran erróneos.
Vuelvo a citar a Velasco y admito que le “robé” muchas
ideas y conceptos: no me parece correcto hacerlos parecer míos. Como saben,
trabajé con él y tuve la enorme oportunidad de ver y experimentar de primera
mano cómo se las arregló para dar el salto de calidad con la selección masculina iraní. Me contó que en la historia del
voleibol todos los equipos que tuvieron la supremacía durante mucho tiempo (Copas del Mundo, Mundiales, Juegos Olímpicos ganados consecutivamente) como
Rusia en 1978 y en 1982, los Estados Unidos de 1984 a 1988, su Italia de 1990 a 1998 y Brasil de 2002 a la fecha, tuvieron diferentes formas de
montar la preparación física, de entrenar y de jugar voleibol. ¿Y entonces?
¿Cuál es el mejor método? ¿Cómo lo elijo?
Tenemos que partir del juego y esto nos enseña también
a observar que hay muchos factores que influyen en el resultado final, que no
existe una sola verdad o un método único, ¡sino que todos esos equipos han
jugado con más calidad y eficiencia que los adversarios de su época!
Digo esto porque es muy importante tener una mente
abierta para poder adaptar a la realidad las sugerencias que ahora voy a
describir.
¿Cómo podemos cambiar a las
personas?
Hoy la ciencia y la medicina, a través de la neurociencia, han demostrado ser mucho más precisas que antes:
sabemos mejor cómo funciona nuestro cerebro y cómo se producen los cambios en
los seres humanos. Obviamente no soy un experto en la materia, pero soy una
persona curiosa que trata de entender con un poco más de profundidad los
fenómenos causados en nuestros cerebros y cómo aprendemos o cambiamos algo.
Impulsado por esta gran curiosidad, leí (cito la bibliografía al final para que
también puedan consultarla), busqué y me relacioné con algunos especialistas en
el campo que confirman y demuestran que cualquier cambio es posible. Se trata
simplemente de un objetivo que no es fácil de alcanzar y requiere compromiso y
dedicación.
Nuestro cerebro, que nunca deja de trabajar y que
controla acciones, sentimientos y emociones, para optimizar su trabajo intenta
hacer siempre el mínimo esfuerzo, no por pereza sino para ahorrar energía.
Cuando se repite algo muchas veces, la mielina que cubre las conexiones entre las neuronas
aumenta. Cuanto más realizamos la acción, más mielina ayuda a que la conexión
sea rápida y eficiente. A medida que la conexión aumenta, la respuesta también
es más rápida y podemos ejecutarla automáticamente, casi sin pensar.
Esto ayuda al cerebro a ahorrar energía para un
mecanismo ya conocido y a utilizarla para otra función. Anteriormente se
pensaba que cambiar una técnica mal aprendida era casi imposible, porque se
pensaba que dejaba una huella motora difícil de modificar. Hoy se ha demostrado
que no lo es. Podría ser complicado, por supuesto, porque tendremos que crear
una nueva conexión neuronal que, al principio, como toda cosa nueva que
hacemos, necesitará de toda nuestra atención.
Lo haremos con torpeza, cometeremos errores y
tenderemos a responder como antes. Al principio esa nueva conexión será muy
débil y necesitará de muchas repeticiones y errores, pero conseguir aumentar
los niveles de mielina convertirá ese pequeño hilo inicial en un gran cable de
acero en el cual la información viaja muy rápidamente y nuestra respuesta será
aún más eficiente. Esto significa que no es la huella anterior la que se corrige,
sino que se crea una nueva y esto es fundamental para tener la certeza de que
el cambio es posible.
Por supuesto, también está comprobado que nadie logra
cambiar o aprender si piensa que no le interesa o que no lo necesita. Crear esa
necesidad de cambio en nuestros jugadores, a veces, es el punto más importante
para lograr el éxito en nuestro trabajo. A algunos jugadores profesionales con
más experiencia, ya consagrados e idolatrados, los cambios les cuestan más que
a los otros por esta misma razón, porque consideran que no los necesitan: la
gente los ama, ganan dinero, ¿por qué deberían cambiar?
Otro factor que influye en la posibilidad de hacer un
cambio es el entorno, son los valores y las creencias que tenemos, cómo
pensamos nuestra realidad: estos factores condicionan profundamente nuestra
forma de reaccionar frente a las situaciones.
Si creemos que las cosas suceden por destino, que
somos formas talladas en una piedra, que un atleta es fuerte o no lo es, que
tiene o no tiene talento, que una persona nace genio o que si hubiese tenido un
alto coeficiente intelectual sería inteligente o sino no, a estos jugadores el
cambio les costará aún más porque tienen lo que Carol Dweck llama una “forma de mente estática”.
Obviamente no todos son iguales y tienen la misma
capacidad, no todos pueden ser Einstein o Messi, pero cualquiera puede entender que con esfuerzo,
dedicación y compromiso se puede lograr el mejor resultado personal. Mostrar interés en aprender, crecer y
cambiar a través de la aplicación y la experiencia significa para la misma
autora tener una “mente dinámica”. Como dije antes, no se trata de blanco y
negro, de tener una mente estática para todo o una dinámica para todo. La
diferencia está en la forma en que lo pensamos o en cómo nuestro sistema de
valores y creencias es capaz de cambiar cada una de las situaciones que se
presentan, porque si éste último es más fuerte que lo nuevo que se nos propone,
el cambio nunca llegará.
El cambio requiere dinamismo. El cerebro piensa,
intenta y lo hace de nuevo. Por esta gran razón es importante lo que los
estadounidenses llaman feedback positivo. Debemos generar un
sentimiento positivo, recordar que pedimos un cambio, algo que nuestro jugador
no sabe, que no hace bien, en lo cual se equivoca, algo en lo que no se siente
seguro.
A un niño que aprende a caminar no le decimos: “¡LEVÁNTATE!
¿CÓMO LO HACES? ¡ES FÁCIL! ¡UN PIE DESPUÉS DEL OTRO Y VERÁS QUE ES UNA
ESTUPIDEZ!” Lo animamos incluso si se cae, incluso si se golpea,
incluso si sufrimos porque podría resultar herido. Y él continúa, insiste,
persiste y al final tiene éxito incluso después de cometer errores.
A nadie le gusta estar equivocado o vulnerable frente
a sus compañeros de equipo o sus adversarios, por lo que la creación de estas
nuevas conexiones debe tener lugar en el contexto del entrenamiento, creando el
clima y la atmósfera para el aprendizaje, reconociendo que cometer errores es
la forma de aprender, errar y repetir, tener feedback y repetir de nuevo. Por
supuesto que hacemos todo esto para que el cambio pueda ser aprovechado durante
el juego, pero es un proceso que hay que hacer en el entrenamiento.
“Mejorar
no es imposible. Se necesita perseverancia, determinación y los entrenadores
deben conocer la técnica y la situación que quieren cambiar”.
Intentaré
enumerar los aspectos a tener en cuenta para elegir qué hacer y cómo conseguir
el famoso salto de calidad.
1.
Diagnóstico
2. Elección
3. Programa
4. Evaluación y feedback
5. Conclusión
2. Elección
3. Programa
4. Evaluación y feedback
5. Conclusión
Diagnóstico
Lo primero que tenemos que hacer en
todos los niveles es entender, a través de un diagnóstico verdadero y completo,
qué tipo de voleibol tenemos que jugar en el torneo en el que participamos.
·
¿Cuáles
son las cosas que pasan muchas veces en un partido?
·
¿Cómo
se desarrollan las acciones, cómo es la correlación en el tiempo?
Necesitamos saber muy bien cómo es un
partido y no hablo solo de las estadísticas de rendimiento o de la actuación de
los jugadores. Tenemos que saber qué hacer con esta información, cómo hacer
para que mi equipo mejore la eficacia del cambio de saque en un 10%. ¿Dejamos a
la capacidad de los jugadores la solución al problema de aumentar éste
porcentaje o creamos diferentes opciones, sistemas y variaciones de juego y las
entrenamos para lograr nuestro objetivo?
Por ejemplo:
·
¿cuántas
veces recibimos para poder atacar en primer tiempo?
·
¿Cuántas
veces jugamos en primer tiempo?
·
¿Cuántas
veces lo hacemos durante un set?
·
¿Y
cuántas veces lo hacemos en el entrenamiento?
En los últimos Juegos Olímpicos de Rio 2016, el promedio de ataques realizados por
los ocho mejores equipos fue de 25,28 por set, de los cuales 13 fueron puntos
(52% de #). De esos ataques, 15,78 por set fueron hechos después de una
recepción, en la fase de cambio de saque, con un rendimiento de 8,65 puntos por
set (54% de #) y 9,50 en contraataque con un promedio de 4,36 puntos por set
(45% de #). Eso significa que el 62% de los ataques se realizan después de una
recepción y el 38% en la fase de contraataque. Estos datos nos dicen que en el
60% de nuestro entrenamiento tenemos que ocuparnos de la fase 1 y en
el 40% de la fase 2.
Recordando que es un promedio de los
primeros ocho equipos de los Juegos Olímpicos, de esos 15,78 ataques realizados
después de una recepción sólo 4,62 por set fueron por el centro y sólo dos
equipos, Brasil e Irán, excedieron los 5 ataques por el centro
en cada set. Los centrales en general atacan sólo el 29% del volumen de cambio
de saque de los equipos, incluso si la eficacia es superior al 61% (Rusia ha tenido una eficiencia superior
al 73%, de 97 ataques ha hecho 74 puntos —77%— con sólo tres bloqueos sufridos
y sin errores).
Mensaje para los entrenadores de
jugadores principiantes: si quieren poner lo más alto en el centro, por
supuesto que no puedo impedirlo, pero asegúrense de que también atacan algunas
pelotas más lentas en el centro y no solamente en primer tiempo, especialmente
en las categorías juveniles. ¿Cuántas veces atacarán estos niños en un partido
y cuánto tiempo tardarán en desarrollarse?
Continuando con el cambio de saque, sólo
1,37 de las pelotas son atacadas en pipe (menos del 9% del volumen) con una eficiencia del
62%. Es decir, que el 62% del cambio de saque se realiza con ataques de punta.
Sólo 2,24 ataques por set son pelotas altas (14% del volumen total) con un
rendimiento de 0,82 por set. Por lo tanto, el atacante de zona 4 atacó el 31%
del volumen con 4,9 pelotas por set, el de zona 2 el 20% del volumen con 3,15
pelotas por set y el 11% para el de zona 1 con 1,74 ataques por set.
Repito, éste es el promedio de las ocho
mejores selecciones de los Juegos Olímpicos. Obviamente hay equipos que tienen
cantidades mayores en una zona respecto a otros o diferencias en el tipo de
pelotas que atacan ligadas sobre todo a la habilidad de los armadores.
Con los niños,
·
¿cuántas
veces hemos recibido y hemos podido armar y atacar?
·
¿O
cuántas veces hemos recibido bien pero no hemos podido atacar?
·
Cuando
no lo hicimos, ¿fue a causa de un mal armado o de un error del
atacante?
No estoy hablando sólo de hacer un
punto, sino de enseñar el juego, de aumentar la posibilidad de completar con
éxito una acción o de acercarse a hacerlo. Está más que demostrado que esta es
la fase principal de nuestro deporte y es por eso que se llama Fase 1:
recepción, armado y ataque.
Sólo debemos controlar cuánto varía según
la categoría y el nivel en el que nos encontremos (sin duda, si aumenta el
rendimiento en el cambio de saque crecen también en consecuencia las
posibilidades de éxito. Recordemos: ¿qué tenemos que hacer la mayor parte del
tiempo después de pedir un tiempo fuera? Un cambio de saque).
Elección
En la identificación de la situación a
cambiar y en la definición de la prioridad cuenta sin duda el ojo del
entrenador, recordemos: ¡poca agua y mucho fuego! Por supuesto, existe un
criterio para hacer las elecciones. No es lo mismo si hablamos de un gesto que
no sabemos hacer en absoluto o de un defecto que debemos corregir, o incluso de
algo que ya hacemos bien pero que podemos hacer en forma excelente de modo que
se convierta en un punto fuerte del equipo, en una virtud. Me inclino a elegir
estas últimas situaciones que nos transformen “en otra cosa” lo antes posible,
en parte porque si es un aspecto del juego que los jóvenes ya conocen pero que
pueden manejar aún mejor, la motivación y la dedicación de los jugadores serán
mayores.
Claramente, deberá ser una situación que
se repita muchas veces durante un partido. No daremos un gran salto de calidad
si mejoramos algo que ocurre una vez cada tres rallies. Podemos mejorarlo, pero no nos hará
diferentes de lo que éramos antes.
Debemos aprender a identificar, definir
bien y elegir: ¿cuál es la situación que, si se mejora, nos permite transformar
a un jugador o a un equipo? Mi consejo es intentar con una o dos situaciones
para cada jugador y dos o tres situaciones de equipo.
Obviamente, esta elección debe ser
comunicada, compartida y explicada a los jugadores individualmente y al grupo.
·
¿Por
qué deberíamos cambiar éste aspecto de nuestro voleibol?
·
¿Qué
beneficios obtendremos?
·
¿Cuáles
serán las dificultades?
·
¿Y cómo
lo vamos a hacer?
Programa
Aquí voy a profundizar en los métodos de
entrenamiento y algunos ejercicios como instrumento para lograr el objetivo.
¡Se trata básicamente de cómo vamos a hacer el cambio!
Los
tipos de ejercicios son diferentes:
A. Global
B. Sintético
C. Analítico
D. Superanalítico
A. Global
B. Sintético
C. Analítico
D. Superanalítico
Ventajas y
desventajas de los ejercicios
La ventaja del ejercicio global es que
el jugador se entrena en una situación real: es sin duda el mejor método, lo
más cercano a jugar un partido. Tiene como desventaja la pequeña cantidad de
repeticiones que los jugadores pueden hacer. Los otros ejercicios nos permiten
un mayor número de contactos, pero se alejan más de la situación real y los
ejercicios analíticos carecen de la parte más importante que es la identificación
de la situación y de la decisión.
Un jugador es bueno cuando elige la
mejor solución para la situación que se le presenta.
Me gustaría volver sobre las diferencias
que he mencionado antes sobre los métodos de las selecciones. La norteamericana se basa en el aprendizaje motor y sus
claves. Identificar la situación, decidir y elegir la solución, ejecutar el
golpe, recibir feedback a
través de claves y ejecutarlo nuevamente. Es un sistema en el cual todo tiene
que hacerse como en el juego.
Los norteamericanos son los creadores
del método global en el que la técnica se entrena y se aplica sólo en la
situación de juego, casi sin ejercicios analíticos y en ausencia de elementos
externos en el entrenamiento (mesas, plataformas, máquinas lanza pelotas para
el saque, etc.). La gran mayoría de los ejercicios es una competición con una
puntuación. Los norteamericanos hacen un solo entrenamiento largo por la
mañana, primero el entrenamiento técnico y luego el de pesas.
La selección brasileña de Bernardinho,
en cambio, siempre se ha caracterizado por grandes volúmenes de entrenamiento y
numerosas repeticiones técnicas de forma analítica: defensas con plataformas
(se han hecho famosos los ex jugadores que participaron en los entrenamientos
para atacar y sacar), recepciones con plataformas y máquinas lanza pelotas,
bloqueos con jugadores sobre plataformas y muchos ejercicios analíticos para la
precisión de los armadores con el uso de cestos. La tarde incluye
generalmente un seis contra seis muy intenso, sin puntuación, con muchas
acciones y pelotas añadidas a discreción del entrenador, dependiendo del
objetivo del entrenamiento.
Mi intención no es hacerles elegir un
método u otro, sino decirles que los diferentes métodos son, en mi humilde
opinión, extremadamente exitosos. Desde los años 80 hasta la actualidad, ambos han
sido protagonistas absolutos de todas las competiciones internacionales. El
método estadounidense logra el mismo resultado en menos tiempo, pero lo hace
con los estadounidenses en su contexto y con sus valores y creencias. Yo mismo
intento utilizar muchas de las ideas, conceptos y ejercicios de Bernardinho,
pero sin obtener los mismos resultados.
Entonces,
·
¿Cómo
creamos nuestro programa?
·
¿Qué
criterios y principios tendremos en cuenta para realizarlo?
·
¿Cómo
vamos a organizar nuestros entrenamientos?
·
¿Qué
tipo de ejercicios elegimos para lograr nuestro objetivo?
Uno de los factores importantes para mí
es: ¿en
cuánto tiempo vamos a dar un salto de calidad?
Porque seguramente si entreno cada día
durante 10 meses mis jugadores mejoran un poco, pero es esencial entender cómo
acelerar el proceso para que mejoren lo más rápido posible en base a éste
concepto y recordando la “¡poca agua con mucho fuego!”
Los jugadores mejoran con muchas
repeticiones de calidad en la unidad de tiempo más pequeña posible. Insisto en
la calidad de las acciones porque si sigues haciendo 100 recepciones malas al
día, te cansarás, mejorarás un poco pero nunca conseguirás un buen resultado.
Si en cambio cada día haces 10 repeticiones excelentes, ciertamente mejorarás
en menos tiempo que el jugador anterior.
Una vez más mi sugerencia es la
combinación de ambos métodos, siempre partiendo del juego, repitiendo muchas
veces los gestos técnicos en un contexto real, en el que el jugador debe
identificar la situación, decidir y realizar un golpe (recordándonos que el
tiempo de reacción es muy corto). Si es necesario, podemos extrapolar el gesto
del seis contra seis, probarlo analíticamente, hacer muchas repeticiones en
poco tiempo y luego volver a insertarlo en el juego.
También sugiero crear pequeños grupos
para realizar múltiples ejercicios sintéticos globales, en los que sólo se
incluye una parte del juego. Esta opción incluye identificar la situación y
decidir qué movimiento hacer y permite tener un feedback inmediato y entender si la
decisión es efectiva o no. Y es una solución que he encontrado al problema del
número de repeticiones.
Por ejemplo: los dos armadores, uno
o dos líberos, obviamente depende de las personas que tienes a disposición, y
todos los centrales. El líbero recibe de un lado de la red y un central ataca
contra el bloqueo de otro central y la defensa en zona 1 del
otro armador y en zona 5 del otro central o del líbero. Es cierto que
no es un ejercicio completo, pero en 10 minutos cada central puede hacer más de
15 ataques y el líbero supera las 45 recepciones.
En el siguiente entrenamiento podemos
insertarlo en el seis contra seis con la recepción y el ataque en el cambio de saque
para consolidar los resultados que hemos obtenido. Al día siguiente hacemos lo
mismo sólo con los opuestos que atacan contra un bloqueo y los dos defensores
de zonas 1 y 5 y realizamos las repeticiones de ataques en paralelo o en
diagonal. Por la tarde lo insertamos de nuevo en el seis contra seis. Por la
mañana tienen que hacer seis ataques positivos en paralelo y seis en diagonal.
En el seis contra seis serán suficientes tres ataques positivos por cada
situación.
Para los equipos de nivel inferior se
puede crear un circuito técnico donde los jugadores realizan repeticiones
analíticas fuera de la cancha (movimiento del brazo contra la pared, carrera
para el ataque, golpe bajo contra la pared…) mientras que los atacantes de
punta y los opuestos están en la cancha haciendo un ejercicio sintético global
previamente establecido. Luego se modifican los grupos hasta que todos entran
en la situación del seis contra seis: con éste método de trabajo todos han
triplicado las repeticiones.
Mi consejo es elegir un par de cosas y
repetirlas muchas veces hasta consolidarlas, aunque conscientes del principio
de variar los entrenamientos por el hecho de que los jugadores se aburren de
hacer siempre lo mismo.
Repetir un aspecto del juego que
queremos cambiar hasta que se cambie me ha dado muchos resultados.
Recordemos: necesitamos mucho fuego, que
no es otra cosa que el número de repeticiones positivas en la misma situación.
Por supuesto, cuando ese aspecto del juego cambie sistemáticamente, cambiaremos
y haremos otro ejercicio, fijaremos otro objetivo y trataremos de dar un nuevo
salto de calidad. Esto no significa hacer lo mismo, pero creo que los
ejercicios son los medios para definir y lograr nuestros objetivos para el
juego, no para ver quién gana o pierde en el entrenamiento con tantos
ejercicios a puntos, sino porque esa puntuación nos ayuda a evaluar la
situación que estamos entrenando o a trabajar sobre cómo mentalmente se razona
cuando hay una puntuación, lo que pasa si te equivocas.
Evaluación y feedback
No necesariamente se requiere de equipo
costoso para obtener información de los entrenamientos. El papel y el lápiz
siguen siendo herramientas válidas para cuantificar cuántas veces se hacen bien
las cosas y hoy en día todos los teléfonos móviles están equipados con una
cámara de video para grabar los movimientos o gestos técnicos que queremos
mejorar (hay aplicaciones libres muy interesantes y precisas para evaluar
técnicas, ángulos y distancias).
La evaluación sin embargo es vital para
tener un feedback y
saber que lo aprendido está consolidado. ¡No basta con decir bien, bravo o eres
un fenómeno! El feedback positivo
es la pieza central de una clave única y te dice lo que debes hacer y lo que
debes evitar: extender los brazos es mejor que doblarlos, el codo hacia arriba
en lugar de hacia abajo, un solo consejo útil a la vez.
Tenemos que averiguar cuál es la
prioridad para una ejecución exitosa. Si hablamos de un ataque:
·
¿Es
un problema de tiempo?
·
¿Cuándo
tengo que iniciar la carrera?
Por ejemplo, si hablamos de una pelota
alta,
·
¿cuándo
alcanza su altura máxima, luego se ralentiza y comienza su descenso?
Tenemos que dar un input para saber cómo medir y reconocer
el momento adecuado para saltar.
·
¿Es
un problema de ejecución?
·
¿El
último paso es muy corto, saltos largos y hacia adelante?
Tenemos que crear un nuevo input para saltar verticalmente.
·
¿Es
un problema del brazo?
·
¿El
impacto sobre la pelota en juego no es bueno?
·
¿Cargo
con el codo muy adelante?
·
¿No
extiendo el brazo?
¡Se necesita un nuevo input para que el codo se mantenga más
alto! ¡Si un jugador ataca puedo decirle que tiene que cambiar la forma de
saltar, dar el último paso más largo, saltar hacia arriba, mantener el codo
atrás y el brazo extendido!
Todo junto es difícil, es como cuando mi
madre me pedía que ordenara toda mi habitación y yo no quería hacerlo. Limpiar
todo era demasiado. Pero si me pedía que le llevara la ropa sucia para lavar,
¡lo hacía rápido e inmediatamente! ¡Una cosa a la vez! Recordemos que nuestro
objetivo es que se sienta, vea y entienda que lo que estamos haciendo es
trabajar y mejorar para conseguir otro jugador u otro equipo.
Conclusión
Como he dicho antes, está
científicamente probado que no será una tarea fácil, pero no es para nada imposible.
La perseverancia y la determinación son necesarias para cambiar y nosotros los
entrenadores debemos conocer la técnica o la situación que queremos mejorar,
sabiendo que habrá momentos en los que el jugador sufrirá por haber cometido un
error. Tenemos que explicarle y demostrarle por qué creemos que puede hacerlo.
Necesitamos el video de la acción y la comparación con el principio y también
con alguien que haga bien ese gesto, para crear o consolidar un modelo y una
imagen mental de lo que queremos conseguir. También está demostrado que
aprendemos de lo que vemos y que creamos la imagen de lo que queremos. Lo
dejamos claro muchas veces, pero los jugadores no lo entienden o lo
distorsionan. Nuestro trabajo es intentar resolver el problema y motivar al jugador
para que pueda volver a intentarlo y hacer un gesto técnico correctamente.
Recordemos: ¡poca agua y mucho fuego y
haremos muchos saltos de calidad!
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